Ana, una historia de estrategia con alma.

Ana Paula Ibáñez
Por:
2 de diciembre de 2025
Podrían decir que soy estratega, directora o especialista en marketing digital. Pero antes de todo eso, soy Ana: Una mujer apasionada, resiliente y valiente. De esas que creen en el poder de la honestidad y la sencillez para transformar cualquier camino.
Crecí en un hogar donde el amor era el lenguaje más hablado. Soy hija de los mejores padres del mundo, hermana de los mejores, pareja de un gran hombre que camina a mi lado, y mamá perruna de Abby, una cocker que me enseña a diario sobre fidelidad y ternura. Desde pequeña entendí que si quería algo, tenía que crearlo. Así empezaron mis primeros emprendimientos infantiles, con más sueños que experiencia, pero con una determinación inquebrantable.
Soñaba con ser doctora, quizás porque quería curar al mundo. Hoy no uso bata ni estetoscopio, pero sí tengo una vocación: sanar procesos rotos, construir estrategias sólidas y ayudar a las personas a crecer.
El gran punto de quiebre vino cuando decidí dejar de ejecutar para pensar, y pensar para impactar. Ese cambio de foco, de lo táctico a lo estratégico, me enseñó a escuchar de verdad, a ver el negocio y la vida con otros ojos.
No llegué aquí rompiendo reglas, pero sí desafiando mis propios límites. He tenido la fortuna de cruzar industrias, de conocer desde adentro los ritmos de lo comercial, lo operativo y lo digital. Y esa mezcla es parte de mi diferencial: No solo entiendo las marcas, las vivo.
Cuento historias a través de lo digital, conectando mente y corazón. No se trata solo de clicks, algoritmos o conversiones; se trata de emocionar, de hacer sentir, de inspirar. Porque detrás de cada pantalla hay una persona, y detrás de cada mensaje, una oportunidad para transformar.
Lo que me mueve no es el cargo, son las personas. Nada me emociona más que ver crecer a mi equipo, ver cómo florece el talento cuando se le da espacio. Cada proyecto, cada reto, es una excusa para formar, elevar y transformar.
Cuando no me ves, me encontrarás corriendo por alguna ruta, horneando algo dulce, leyendo con una taza de té, o montada en una moto sintiendo el viento como recordatorio de libertad. Me inspira la sabiduría de mis mentores, me impulsa ver a otros alcanzar sus metas y me calma el silencio que solo ofrece la naturaleza.
Hoy sigo construyendo. No solo resultados, sino cultura, equipos, sentido. Porque creo que todo es posible si se tiene claro el objetivo, y se avanza con el corazón firme.





